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Estudiante de sede Rivadavia viajó a Corea de Sur

Joaquín Pipinich realizó una estancia de movilidad en la Universidad Nacional de Kangwon. Nos cuenta cómo fue transitar y estudiar en una cultura diferente.

22 de octubre de 2019, 10:20. Por: Natalia Burgos - Becaria de Prensa del ITU.

imagen Estudiante de sede Rivadavia viajó a Corea de Sur

Joaquín en Seúl, capital de Corea del Sur.

Joaquín Pipinich cursa la Tecnicatura Universitaria en Gestión de Empresas, en el ITU- Sede Rivadavia. A través del Programa de Movilidad de la UNCuyo, en el mes de febrero realizó su estancia de estudios en la  Universidad Nacional de Kangwon, en la región de Chuncheon - Corea del Sur, una experiencia que le permitió aprehender una cultura muy diversa en sus costumbres sociales.  

“Siempre me pareció muy interesante la cultura asiática. Mi idea era perfeccionar mi inglés, por eso primero había pensado hacer un intercambio en Alemania o Inglaterra. Sin embargo, buscando consejo expresé mis dudas al profesor Eduardo Ferrer, quien me hizo ver que no solo había que buscar el enriquecimiento académico, sino también cultural y personal. Gracias a ese enfoque me quedó claro que Corea del Sur era la mayor oportunidad para mí”, destaca respecto a la elección del destino.  

Tras su primer paso por la capital de Seúl, su tutor coreano lo ayudó en la elección de las cuatro materias que cursó en inglés. Asimismo, resalta que el aprendizaje en el país asiático es bastante opuesto a lo que se lleva a cabo en el ITU, con marcados contrastes socioculturales y con un  paradigma de innovar pero manteniendo arraigados esquemas ya concebidos. 

Es así que, Joaquín lo denomina como “un proceso de aprendizaje contraintuitivo” (que  funciona conforme a esa sociedad), ya que, para él existe falta de interés en el desarrollo del pensamiento crítico; la cooperación y la creatividad. Es decir, un cursado automatizado: recibir el material de estudio, memorizar a corto plazo y obtener un puntaje alto en el examen;  y así repetir el proceso con el siguiente contenido a estudiar; de modo que los estudiantes se ven forzados a competir entre sí en lugar de enriquecerse colectivamente.

No obstante, destaca que lo más provechoso de su aprendizaje fue haber tomado la mayoría de sus clases con un profesor venezolano, quien está en un permanente intento de contracultura ante el sistema educativo coreano tradicional. “Sus clases eran muy entretenidas, mi favorita fue negociaciones internacionales. La universidad cuidaba mucho de los estudiantes de intercambio, nos sentíamos seguros porque ellos hacían un gran trabajo. Compartir esto con compañeros de otros países como Tailandia, China, Polonia y Marruecos sin dudas fue de lo más provechoso”.

 

“Este viaje me permitió ver todo de una manera diferente” 

“Prácticamente todo era distinto, en términos tecnológicos nos deben llevar alguna que otra década. Fue muy interesante ver como les encanta comer acostados en el piso, comer criaturas de mar mientras aún se mueven, recorrer los mercados antiguos, entre muchas otras cosas; aunque no entendía el 95% de lo que veía o escuchaba”, destaca con asombro. 

Del mismo modo, resaltó que la cultura de los locales es la antítesis de la "viveza criolla" que uno conoce. “Allá aprovecharse de los demás o salirse de las reglas es algo que hacen los perdedores, aunque al final haya dado buen resultado. Además, aunque uno busque no ve delincuencia, máximo pocas veces veces se ve un envoltorio plástico arrojado al suelo”.

Por último, desea desarrollar sus habilidades como profesional, con miras a poder “devolver al menos una parte de la hermosa oportunidad que se me dio, y a todos los que tomamos la decisión de concretar el intercambio”. De esta manera, se encuentra afianzando sus bases en chino mandarín, y desea incursionar en la programación, como también realizar la Licenciatura en Negocios Regionales de la UNCuyo. 

De esta manera, concluye que “fue importante balancear el tiempo de estudio con el de paseo, y así conocer todo lo que más pudiera. Por lo general los fines de semana volvía a la capital o aprovechaba a conocer otra provincia; ver, comer y escuchar cosas que nunca me hubiera imaginado. Muchas cosas buenas pero también malas, tienen un marcado y arraigado materialismo, demostración de un ideal de vida de la gran mayoría”.

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